martes, 9 de febrero de 2010

VIRIATO

La muerte de Viriato, de José Madrazo (1808). Museo del Prado.



"Viriatus Lusitanos contra Romanos erigit, multos Hispaniae populos ad bellum concitat, Romanos multis proeliis vincit atque arva et oppida ultra Hiberum et Tagum delet. Postea, Romani amicos Viriati pecunia corrumpunt atque insidiisViriatum occidunt. Itaque, Romani victoriam emunt."
Hace unos días analizamos este texto sobre Viriato, personaje conocido por su resistencia contra los romanos. Busca información acerca de este personaje, en qué etapa de la historia de Roma vivió y explica el significado de la expresión "Roma no paga traidores". Haz referencia a su muerte, imagen que retrata el pintor José de Madrazo.



15 comentarios:

  1. Viriato (? - 139 a. C.) fue el principal caudillo de la tribu lusitana que hizo frente a la expansión de Roma en el territorio comprendido entre el Duero y el Guadiana, incluyendo aproximadamente lo que hoy es parte de la provincia de Zamora, casi toda la provincia de Salamanca, el territorio occidental de la provincia de Ávila (incluyendo su capital), Extremadura, el occidente de la provincia de Toledo (hasta la zona de Talavera de la Reina, las llamadas Antiguas Tierras de Talavera) y, por último, Portugal (salvo la región entre el Miño y el Duero).
    Biografía
    Se desconoce su lugar de nacimiento. La mayor parte de su vida y de sus campañas guerreras forma parte de la leyenda tejida en torno a su persona. Se le considera el primer héroe portugués, aunque también lo es en España, dado que lideró una confederación, proclamada, de tribus ibéricas. La única referencia de su tribu nativa está en Diodoro Sículo, que la sitúa en la costa lusitana. Los romanos lo acabaron reconociendo como dux lusitanorum (líder de los lusitanos).

    Tito Livio le describe como un pastor que se hizo cazador y soldado. Para Apiano, fue uno de los guerreros que escapó de la encerrona del cónsul Galba a la flor de la juventud lusitana descrita más adelante. Según Apiano durante los siete años que comandó las tribus lusitanas no hubo un solo caso de indisciplina, lo que nos ofrece una imagen de Viriato de líder justo y fiel a la palabra da.
    Conquista romana
    En el siglo III a. C. Roma comenzó la conquista de Hispania, durante la Segunda Guerra Púnica, cuando el Senado envió un ejército para bloquear el envío de refuerzos a Aníbal, que estaba en Italia. La conquista duró 200 años, y la Guerra Lusitana es una de las mejor documentadas de ella.
    Sulpicio Galba mandaba el ejército sobre 150 a. C. y atacó los restos de la resistencia lusitana. Los lusitanos enviaron una embajada, temiendo la destrucción de sus tierras. Galba la recibió cortésmente y les prometió la entrega de tierras, pero era una trampa. Los soldados romanos masacraron a los lusitanos desarmados, pudiendo escapar Viriato.

    Durante tres años los lusitanos lucharon a la defensiva hasta que en una ofensiva de los lusitanos éstos quedaron cercados en Turdetania por Cayo Vetilio en el año 147 a. C. Durante el sitio Viriato fue elegido líder de los lusitanos.
    Muerte
    A pesar del acuerdo, los romanos querían desembarazarse de Viriato, y por eso, en el año 139 a. C., sobornaron a los embajadores lusitanos Audax, Ditalco y Minuro para que lo asesinaran. Al volver a su campamento, le mataron mientras dormía. Luego fueron al campamento romano a cobrar la recompensa, pero el cónsul Servilio Cepión, sucesor y hermano de Serviliano, ordenó su ejecución, con la famosa frase de «Roma no paga a traidores». Dice la tradición que los restos de Viriato fueron trasladados a Cuenca donde fue incinerado sobre el Tormo Alto de la "ciudad encantada". Tras esto sus cenizas fueron mezcladas con las de su mujer y esparcidas en la montaña.

    Táutalo, el sucesor de Viriato fue obligado a firmar la paz. Finalmente el cónsul Marco Popilio Laenas entregó a los lusitanos las tierras que habían sido la causa de la larga guerra. Sin embargo, la pacificación total sólo se logró en tiempos de Augusto.

    Cuenta la leyenda que un pastor lusitano (Siglo II a.C.) derrotó a los romanos en Trigola (cerca de Ronda) y llevó la guerra de guerrillas a todo el Valle del Betis, pero hubo de retirarse a las zonas montañosas de Extremadura, donde luchó con los Azuagueños contra los cónsules romanos Fabio Máximo Serviliano y Servilio Cepión.

    Viriato fue traicionado y asesinado por algunos compañeros de armas, y enterrado, siempre según la leyenda, en las tierras que actualmente ocupa el castillo de Azuaga..."

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  2. Cuando España aún no era España -ni Portugal, Portugal-, Viriato ya era Viriato. Siglo y medio antes del nacimiento de Cristo, mientras romanos y cartagineses remataban su pugna por el dominio del Mediterráneo, incluyendo a Hispania de forma muy especial, Viriato llegó a dominar militarmente casi toda la Península, desde el valle del Guadalquivir al valle del Ebro. En aquel mosaico de tribus en retirada y entre los dos grandes imperios de la época, el genio militar del último gran jefe de la tribu de los lusitanos consiguió un poder indígena como seguramente no existió antes y no volvió a existir después. Viriato, como Indíbil y Mandonio, es un símbolo de la Iberia que los cronistas romanos retratan en su crepúsculo, mientras la civilización grecolatina, a sangre y fuego, entraba lentamente en la Península.

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  3. La novelería romántica ha hecho que Viriato, enemigo de Roma, figure en nuestro panteón imaginario con más méritos que Sertorio, Pompeyo o Julio César. Cuando antaño se enseñaba Historia en píldoras mitológicas, Viriato era «un pastor lusitano». Pero aun en el caso de que alguna vez cuidara ovejas o cabras, fue bastante más que pastor (con ser nobilísima esta profesión) y no un lusitano cualquiera. Cuando el historiador Apiano de Alejandría, en su libro sobre Iberia -VI de su Historia Romana-, cita por primera vez a Viriato, dice: «Aniquiló a numerosos romanos y dio muestra de grandes hazañas».

    En realidad, Viriato tuvo en jaque durante varios años a las legiones, les infligió media docena de derrotas humillantes, recorrió, revolvió y casi dominó las dos Hispanias, la ulterior y la Citerior, mató a miles de soldados romanos o aliados y murió de confianza, veneno anterior al de la traición. Puede decirse también que murió por pactar, pero eso no lo acredita como centrista póstumo. Hay sabios que lo consideran sólo un aspirante a reyezuelo cuya ambición tropezó con la implacable Roma, hecho que celebran.

    Lo que seguramente ha cautivado la imaginación de las sucesivas generaciones de lectores más o menos celtíberos es su soberbia aparición en los libros de Historia, digna de Don Juan en la Hostería del Laurel. Cuenta Diodoro de Sicilia que un hombre rico llamado Astipas concedió la mano de su hija a un tal Viriato y organizó el ya entonces forzoso banquete nupcial.

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  4. Pero el novio no apreció la vajilla de oro que en su honor se exponía, sino que, apoyado en su lanza, soltó un discurso sobre lo poco que valían las riquezas cuando otros -es decir, los romanos- decidían su destino, se negó a lavarse las manos, repartió a su escolta algo de comer, reclamó a la novia, la subió a la grupa de su caballo y partió sin despedirse hacia su guarida en las montañas. Reconózcase la plasticidad de la estampa. Pero su majeza incluía no poca crueldad. Años más tarde, cuando Astipas era voluntario rehén de los romanos, lo reclamó y le cortó el cuello. Es el protomártir de los suegros hispanos.

    Viriato pudo nacer en la Sierra de la Estrella, al norte de la Lusitania, que se extendía por la mitad de lo que ahora es Portugal y las tierras limítrofes entre Zamora y Badajoz. Estrabón tenía a los lusitanos por la nación más poderosa entre las ibéricas, pero indudablemente no era la más próspera. El bandidismo endémico muestra una clara dependencia del pillaje como modo de mantenimiento, así como escasez de tierras fértiles para una población que no se bastaba con el pastoreo y recurría a la guerra para alimentarse. Los tributos que probablemente cobraban desde antiguo entre la población de los valles del Guadiana y Guadalquivir les llevaron al enfrentamiento con los romanos cuando éstos empezaron a repartir tierras de la Bética entre sus colonos, sobre todo tras la Segunda Guerra contra Cartago.

    Dos caudillos destacaron contra las legiones de Roma: Púnico, que murió en combate, y Césaro, que dominó toda la costa bética, y proyectó lo que luego sería el salto lusitano más audaz aunque sin consecuenccias: el paso del Estrecho. Pero la época heroica y decisiva de la entrecortada historia lusitana llegó cuando el pretor Galba, cuya codicia y crueldad lo precedían, consiguió reunir a los lusitanos alzados, dividirlos en tres grupos para hacerles entrega de tierras, desarmarlos y luego degollar a muchos de ellos y vender al resto como esclavos. Entre los que escaparon de la degollina estaba Viriato, que tras hacerse elegir jefe inició una brillante carrera militar de ocho años. No eran pocos cuando el promedio de edad apenas llegaba entonces a los 30 años.

    Cultivó Viriato tres cualidades básicas del guerrillero: el aprovechamiento sistemático del terreno para las emboscadas, la audacia para cambiar el escenario de los combates, gracias a la movilidad de sus tropas, y la capacidad de actuar muy lejos de sus bases de aprovisionamiento, lo cual suponía también mucha mano izquierda para lograr alianzas sobre la marcha y pactos de manutención sobre el terreno. La primera victoria de Viriato fue junto a la ciudad de Tríbola, al sureste del Guadalquivir, donde fingió una retirada que terminó en copo y destrucción de las tropas de Vetilio. Era el año 147 antes de Cristo. Batió entonces la Carpetania, combatiendo incansablemente hacia el Norte y el Este hasta tomar Segóbriga, ciudad clave de lo que hoy es aproximadamente Cuenca. Se retiró entonces al Monte de Venus, cabe la inaccesible fragosidad de Gredos, y desde allí se convirtió en el terror de la Hispania Citerior tras haber dominado la ulterior. Plancio, Unimanio y Nigidio sucedieron a Vetilio en la lista de víctimas viriatenses.

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  5. Monte Herminius, hoy Serra da Estrella, Portugal, 139 a.C.) Caudillo lusitano. Era un pastor, por más que es definido en ocasiones como un bandido por la historiografía, lo que tampoco sería nada excepcional en las culturas de la península Ibérica, donde esta actividad era bastante común y en modo alguno estaba reñida con otras formas de sustento.

    En el 150 a. C. se convirtió en un líder de la lucha contra la dominación romana. Cercado por el pretor Cayo Vetilio en el 147 a.C., consiguió romper las líneas romanas y, con un millar de incondicionales, escapar hacia Tríbola y atraer a sus perseguidores a una emboscada en la cual sucumbió Vetilio.

    Con esta victoria, Viriato decidió llevar la guerra hasta la meseta, donde derrotó a los cuestores Cayo Plaucio y Claudio Unimano, y ocupó Segóbriga. La reacción de Roma consistió en enviar un ejército consular mucho más poderoso que los que antes operaban en la península Ibérica, al mando del cónsul Fabio Máximo Emiliano, quien derrotó a Viriato en una batalla en campo abierto en el año 145 a.C., y le obligó a replegarse a Lusitania.

    La situación cambiaría con la guerra de Numancia, pues el grueso de las legiones romanas fue obligado a empeñarse en las durísimas campañas contra los celtíberos, lo cual permitió a Viriato pasar a la ofensiva de nuevo. Derrotó al pretor de la Citerior, Quincio, y avanzó por la Bética, antes de verse forzado a retroceder de nuevo a la Lusitania.

    Ya en su terreno, derrotó al cónsul Serviliano en el 141 a.C. y consiguió concluir un tratado de paz con Roma, que ésta, decidida a sofocar la resistencia de celtíberos y lusitanos, no tardó en romper. Se envió un nuevo ejército, al mando del cónsul Cepión, quien aprovechó unas negociaciones con los lusitanos para sobornar a varios lugartenientes de Viriato con el fin de que lo asesinasen, como así hicieron. Muerto el líder, la rebelión lusitana perdió fuerza, y en pocos años Roma consolidó su posición en la península Ibérica.

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  6. Comienza entonces una lenta e implacable reconquista romana de los territorios perdidos. La liquidación de la guerra de Cartago permitió al Senado allegar más hombres y recursos para luchar contra los insoportables lusitanos, que exhibían además una gran capacidad diplomática con diversas tribus ibéricas como los vettones y otros feroces vecinos. El mérito suele atribuírsele a Viriato, aunque el enemigo común había levado a las tribus peninsulares a una especie de confederación político-militar nada desdeñable.

    Lo que no podía el guerrero del Monte de Venus era hacer milagros. En el año 144 a.d.C. los romanos recuperaron el control del valle del Guadalquivir. Algunos historiadores creen que Quinto Fabio Máximo derrotó a Viriato en Bailén, si era ése el lugar de Baecula. Otros lo sitúan en los Arapiles, así que no salimos de la imprecisión evocadora de tantos combates peninsulares trascendentes, siempre en los mismos sitios.

    Tras la derrota ante Fabio Máximo, el caudillo lusitano se refugió en Sierra Morena, faltaría más, y desde allí hizo frente a la gran expedición de Serviliano y unos 20.000 soldados. Viriato consiguió batir a las legiones en una sorda guerra de desgaste y mantener hasta el año 142 sus posiciones en torno a lo que hoy es Martos (Jaén), entonces llamado Tucci. Pero Serviliano y Fabio Máximo fueron privándole de sus bases de apoyo y en el 140 tuvo que retirarse a Lusitania. Consiguió rehacerse, que es el sino de todos los grandes generales antes de la derrota definitiva, y vengarse de Serviliano en el campo de batalla. Pero tras la victoria se avino a firmar la paz y ésa fue su ruina.

    En una de las diversas treguas que acordaban sin convicción ambas partes desde el año 140 a.d.C., Viriato mató a su suegro, miembro de la clase dirigente lusitana que tal vez había decidido ya el pacto con los romanos. Y finalmente, en el 139 a.d.C., pudo recibir la oferta de ser rey de una Lusitania independiente y aliada de Roma. O tal vez la propuesta fue suya y los romanos fingieron aceptarla; sobre eso no hay acuerdo.

    El hecho es que tres de sus enviados, Ditalcón, Audax y Minuro, volvieron del campamento romano con más oro del que llevaban y se lo ganaron apuñalando a Viriato. Cuenta la leyenda que, muerto el héroe, los asesinos volvieron a por lo suyo y los romanos, avarientos, le respondieron: «Roma no paga traidores». La frase es notable pero apócrifa. Los lusitanos no se metían en magnicidios gratis.

    Muerto Viriato, sus guerreros le rindieron homenaje cantando himnos, degollando animales y combatiendo por parejas sobre su tumba, fórmula del entierro de primera en aquellos siglos tremendos. Una vez quemado su cadáver en la pira ritual, aventadas sus cenizas y apagado el gran fuego nocturno, los lusitanos no encontraron -tal vez por no quererlo buscar- sucesor para Viriato y fueron entrando en la órbita romana.

    Abrían así el camino para la inmediata dominación de los celtíberos de la meseta septentrional, clave estratégica de la península y cuyo último foco de resistencia fue Numancia, que se rindió, en términos menos heroicos de los que cuenta la leyenda, apenas cinco años después de la muerte de Viriato. Por eso puede decirse que con él se extinguió la antigua Iberia y que Hispania, aunque algo chamuscada, entró definitivamente en la Historia. A golpes, sin duda. Pero entró, entró.

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  7. Viriato (? - 139 a. C.) fue el principal caudillo de la tribu lusitana que hizo frente a la expansión de Roma en el territorio comprendido entre el Duero y el Guadiana, incluyendo aproximadamente lo que hoy es parte de la provincia de Zamora, casi toda la provincia de Salamanca, el territorio occidental de la provincia de Ávila (incluyendo su capital), Extremadura, el occidente de la provincia de Toledo (hasta la zona de Talavera de la Reina, las llamadas Antiguas Tierras de Talavera) y, por último, Portugal (salvo la región entre el Miño y el Duero).

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  8. Viriato como líder
    Según Aguiar(1), tras varios días de sitio Viriato se ofreció a sacarlos de la ciudad a cambio de que siguiesen sus órdenes. Obteniendo el acuerdo de los guerreros sitiados Viriato se lanzó contra el ejército romano para retroceder cuando los romanos se preparaban para el combate. Aprovechando el desconcierto creado por la iniciativa los lusitanos pudieron romper el cerco por varios puntos simultáneamente. La victoria lograda por Viriato le dio el mando de la confederación de tribus y durante varios años lucharon a sus órdenes.


    La provincia romana de LusitaniaEn los días posteriores al sitio romano los lusitanos siguieron usando la táctica de las guerrillas con gran éxito, y acabaron matando al cónsul Cayo Vetilio al ser éste confundido con un soldado más de su ejército que había quedado aislado en una de las escaramuzas.

    Durante las campañas siguientes Viriato venció a Cayo Plaucio, Claudio Unimano y C. Nigidio. Sin embargo las fuerzas que trae Quinto Fabio Máximo Emiliano y su experiencia militar hacen que Viriato tenga que retirarse cediendo las principales ciudades dominadas por los lusitanos al sur de la península.

    Viriato inicia contactos diplomáticos con otras tribus ibéricas y consigue que varias de ellas declaren la guerra a los romanos. En los siguientes dos años Viriato recupera el terreno perdido.

    Los romanos enviaron entonces a Quinto Fabio Máximo Serviliano con un número mayor de tropas y con elefantes. A pesar de la resistencia lusitana, de nuevo se ven obligados a retroceder. Como hiciera dos años atrás Viriato convence a otras tribus para que ataquen al ejército romano por la retaguardia por lo que el ejército romano decide retroceder y Viriato aprovecha para atacar de nuevo. En una brillante maniobra militar Viriato consigue acorralar a Serviliano y consigue arrancar un acuerdo de paz a cambio de la vida de Serviliano. Los romanos reconocen a Viriato como dux (líder) de los lusitanos y le otorgan el título de amigo del pueblo romano.

    Poco después de dejar libre a Serviliano el Senado reconoce el acuerdo y formalmente firman la paz con el ejército lusitano en el año 140 a. C.

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  9. Cuando España aún no era España -ni Portugal, Portugal-, Viriato ya era Viriato. Siglo y medio antes del nacimiento de Cristo, mientras romanos y cartagineses remataban su pugna por el dominio del Mediterráneo, incluyendo a Hispania de forma muy especial, Viriato llegó a dominar militarmente casi toda la Península, desde el valle del Guadalquivir al valle del Ebro. En aquel mosaico de tribus en retirada y entre los dos grandes imperios de la época, el genio militar del último gran jefe de la tribu de los lusitanos consiguió un poder indígena como seguramente no existió antes y no volvió a existir después. Viriato, como Indíbil y Mandonio, es un símbolo de la Iberia que los cronistas romanos retratan en su crepúsculo, mientras la civilización grecolatina, a sangre y fuego, entraba lentamente en la Península.

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  10. Viriato como táctico

    Estatua de Viriato y guerreros lusitanos en Viseu.Además de un respetado líder, Viriato poseía una visión estratégica digna de un gran general. Es mencionado explícitamente por Frontino, en sus "Estratagemas":

    Viriathus, ex latrone dux Celtiberorum, cedere se Romanis equitibus simulans usque ad locum voraginosum et praealtum eos perduxit et, cum ipse per solidos ac notos sibi transitus evaderet, Romanos ignaros locorum immersosque limo cecidit.
    Viriato, que de ser un bandido se convirtió en líder de los celtíberos, en una ocasión, mientras pretendía retirarse frente a la caballería enemiga, les condujo a un lugar plagado de huecos en el suelo. Allí, mientras él cabalgaba siguiendo un camino que conocía bien, los romanos, desconocedores del terreno, se hundieron en la ciénaga y murieron

    Frontino, "Estratagemas" 5.7
    También Apiano reconoce su talento cuando habla de la batalla de Tribola:

    Dispuso a sus tropas en línea de batalla como si pretendiera combatir, pero les dio órdenes de dispersarse tan pronto como montara a su caballo, alejándose de la ciudad de Tribola por distintas rutas, y le esperaran allí. (...) eligió a mil hombres de su confianza y combatió todo el día a los romanos, atacando y retrocediendo gracias a sus rápidos caballos. Tan pronto como conjeturó que su ejército se hallaba a suficiente distancia y a salvo, huyó, salvando así a sus hombres de una situación desesperada

    Apiano, Guerras Extranjeras "Guerras en Hispania" 62
    [editar] Muerte

    Muerte de Viriato por el pintor José Madrazo.A pesar del acuerdo, los romanos querían desembarazarse de Viriato, y por eso, en el año 139 a. C., sobornaron a los embajadores lusitanos Audax, Ditalco y Minuro para que lo asesinaran. Al volver a su campamento, le mataron mientras dormía. Luego fueron al campamento romano a cobrar la recompensa, pero el cónsul Servilio Cepión, sucesor y hermano de Serviliano, ordenó su ejecución, con la famosa frase de «Roma no paga a traidores». Dice la tradición que los restos de Viriato fueron trasladados a Cuenca donde fue incinerado sobre el Tormo Alto de la "ciudad encantada". Tras esto sus cenizas fueron mezcladas con las de su mujer y esparcidas en la montaña.

    Táutalo, el sucesor de Viriato fue obligado a firmar la paz. Finalmente el cónsul Marco Popilio Laenas entregó a los lusitanos las tierras que habían sido la causa de la larga guerra. Sin embargo, la pacificación total sólo se logró en tiempos de Augusto.

    Cuenta la leyenda que un pastor lusitano (Siglo II a.C.) derrotó a los romanos en Trigola (cerca de Ronda) y llevó la guerra de guerrillas a todo el Valle del Betis, pero hubo de retirarse a las zonas montañosas de Extremadura, donde luchó con los Azuagueños contra los cónsules romanos Fabio Máximo Serviliano y Servilio Cepión.

    Viriato fue traicionado y asesinado por algunos compañeros de armas, y enterrado, siempre según la leyenda, en las tierras que actualmente ocupa el castillo de Azuaga..."

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  11. Biografía
    Se desconoce su lugar de nacimiento. La mayor parte de su vida y de sus campañas guerreras forma parte de la leyenda tejida en torno a su persona. Se le considera el primer héroe portugués, aunque también lo es en España, dado que lideró una confederación, proclamada, de tribus ibéricas. La única referencia de su tribu nativa está en Diodoro Sículo, que la sitúa en la costa lusitana. Los romanos lo acabaron reconociendo como dux lusitanorum (líder de los lusitanos).

    Tito Livio le describe como un pastor que se hizo cazador y soldado. Para Apiano, fue uno de los guerreros que escapó de la encerrona del cónsul Galba a la flor de la juventud lusitana descrita más adelante. Según Apiano durante los siete años que comandó las tribus lusitanas no hubo un solo caso de indisciplina, lo que nos ofrece una imagen de Viriato de líder justo y fiel a la palabra dada.

    Conquista romana
    En el siglo III a. C. Roma comenzó la conquista de Hispania, durante la Segunda Guerra Púnica, cuando el Senado envió un ejército para bloquear el envío de refuerzos a Aníbal, que estaba en Italia. La conquista duró 200 años, y la Guerra Lusitana es una de las mejor documentadas de ella.


    Avance romano en la Península IbéricaServio Sulpicio Galba mandaba el ejército sobre 150 a. C. y atacó los restos de la resistencia lusitana. Los lusitanos enviaron una embajada, temiendo la destrucción de sus tierras. Galba la recibió cortésmente y les prometió la entrega de tierras, pero era una trampa. Los soldados romanos masacraron a los lusitanos desarmados, pudiendo escapar Viriato.

    Durante tres años los lusitanos lucharon a la defensiva hasta que en una ofensiva de los lusitanos éstos quedaron cercados en Turdetania por Cayo Vetilio en el año 147 a. C. Durante el sitio Viriato fue elegido líder de los lusitanos.

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  12. Viriato como líder
    Según Aguiar(1), tras varios días de sitio Viriato se ofreció a sacarlos de la ciudad a cambio de que siguiesen sus órdenes. Obteniendo el acuerdo de los guerreros sitiados Viriato se lanzó contra el ejército romano para retroceder cuando los romanos se preparaban para el combate. Aprovechando el desconcierto creado por la iniciativa los lusitanos pudieron romper el cerco por varios puntos simultáneamente. La victoria lograda por Viriato le dio el mando de la confederación de tribus y durante varios años lucharon a sus órdenes.


    La provincia romana de LusitaniaEn los días posteriores al sitio romano los lusitanos siguieron usando la táctica de las guerrillas con gran éxito, y acabaron matando al cónsul Cayo Vetilio al ser éste confundido con un soldado más de su ejército que había quedado aislado en una de las escaramuzas.

    Durante las campañas siguientes Viriato venció a Cayo Plaucio, Claudio Unimano y C. Nigidio. Sin embargo las fuerzas que trae Quinto Fabio Máximo Emiliano y su experiencia militar hacen que Viriato tenga que retirarse cediendo las principales ciudades dominadas por los lusitanos al sur de la península.

    Viriato inicia contactos diplomáticos con otras tribus ibéricas y consigue que varias de ellas declaren la guerra a los romanos. En los siguientes dos años Viriato recupera el terreno perdido.

    Los romanos enviaron entonces a Quinto Fabio Máximo Serviliano con un número mayor de tropas y con elefantes. A pesar de la resistencia lusitana, de nuevo se ven obligados a retroceder. Como hiciera dos años atrás Viriato convence a otras tribus para que ataquen al ejército romano por la retaguardia por lo que el ejército romano decide retroceder y Viriato aprovecha para atacar de nuevo. En una brillante maniobra militar Viriato consigue acorralar a Serviliano y consigue arrancar un acuerdo de paz a cambio de la vida de Serviliano. Los romanos reconocen a Viriato como dux (líder) de los lusitanos y le otorgan el título de amigo del pueblo romano.

    Poco después de dejar libre a Serviliano el Senado reconoce el acuerdo y formalmente firman la paz con el ejército lusitano en el año 140 a. C.

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  13. Muerte

    Muerte de Viriato por el pintor José Madrazo.A pesar del acuerdo, los romanos querían desembarazarse de Viriato, y por eso, en el año 139 a. C., sobornaron a los embajadores lusitanos Audax, Ditalco y Minuro para que lo asesinaran. Al volver a su campamento, le mataron mientras dormía. Luego fueron al campamento romano a cobrar la recompensa, pero el cónsul Servilio Cepión, sucesor y hermano de Serviliano, ordenó su ejecución, con la famosa frase de «Roma no paga a traidores». Dice la tradición que los restos de Viriato fueron trasladados a Cuenca donde fue incinerado sobre el Tormo Alto de la "ciudad encantada". Tras esto sus cenizas fueron mezcladas con las de su mujer y esparcidas en la montaña.

    Táutalo, el sucesor de Viriato fue obligado a firmar la paz. Finalmente el cónsul Marco Popilio Laenas entregó a los lusitanos las tierras que habían sido la causa de la larga guerra. Sin embargo, la pacificación total sólo se logró en tiempos de Augusto.

    Cuenta la leyenda que un pastor lusitano (Siglo II a.C.) derrotó a los romanos en Trigola (cerca de Ronda) y llevó la guerra de guerrillas a todo el Valle del Betis, pero hubo de retirarse a las zonas montañosas de Extremadura, donde luchó con los Azuagueños contra los cónsules romanos Fabio Máximo Serviliano y Servilio Cepión.

    Viriato fue traicionado y asesinado por algunos compañeros de armas, y enterrado, siempre según la leyenda, en las tierras que actualmente ocupa el castillo de Azuaga..."

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  14. FRASES EN LA HISTORIA


    Roma no paga traidores

    La presente historia la enmarcamos en el periodo em la cual Roma pretendía hacerse con el dominio de la Peninsula. Los romános luchaban contra Cartago por el control del Mediterraneo, mientras en la otra parte de la peninsula, en la actual Portugal un pueblo autoctono de los iberos, los lusitanos, se enfrentaban al poder de Roma.

    Lo que hoy es la Peninsula Iberica, era conocida como Iberia por los griegos, mas tarde los romanos la denominarian Hispania, y de aquí a España no hay mas que un paso.

    Por aquel entonces lo que hoy es Portugal y parte de Extremadura, lo habitaban un pueblo de pastores, los lusitanos, que luchaban contra el poder de Roma, por la simple supervivencia de su forma de vida, de sus tierras y su independencia.

    No sabemos los motivos exactos, pero el caso es que el pretor románo Galba tendió una trampa a los jefes lusitanos haciendo una escabechina entre ellos. De esta traición nacería un personaje que se haría famoso en toda la Peninsula Iberica; su nombre Viriato (Viriathus). No se sabe su lugar de nacimiento, pero se cree que sería sobre el 180 a.c. siendo asesinado por los romános en el 139 a.c.

    En la escuela nos enseñarón que Viriato era un pastor lusitano que venció a los romanos en repetidas ocasiones, ciertamente asi debió ser, pero también demostró ser un estratega de primer orden, estableciendo una guerra de guerrillas que unido al conocimiento del terreno, y a la movilidad de sus guereros, permitió vencer uno tras otro a todos los generales romános que le iban enviando.

    Asi durante el periodo del 147 al 139 antes de Cristo, venció sucesivamente a Cayo Vetilio, Cayo Plancio, Unimanus y Cayo Nigido, todos enviados por Roma para aniquilarlo. Por útlimo Serviliano Cepión llegó a un tratado de paz con Viriato, pero el senado de Roma no quiso ratificarlo y así Marco Pompilio Lenas sobornó a Àudax, Ditalco y Minurus que habian sido enviados por Viriato al campamento rómano para firmar la paz.

    A la vuelta de los traidores al campamento de Viriato, estos lo matarón mientras dormia.

    Cuando los asesinos fuerón en busca de la recompensa prometida por Marco Pompilio, el consul Escipión ordenó que fueran ejecutados por traidores, al tiempo que les decia "Roma no paga traidores".

    Lo que no sabemos es si fuerón ejecutados para ahorrarse el dinero de la traición, por convencimiento militar de que los traidores nunca son de fiar, o por la admiración que los rómanos pudieran sentir por Viriato como adversario militar.

    No lo sabemos, sencillamente porque la frase aludida es con toda seguridad apócrifa y aunque los acontecimientos bien pudieran desarrollarse de esta manera, la frase que no la historia, es mas literaria que real.

    Comentario de Cristina y eva sobre la frase de Viriato

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  15. http://imagenes.foro-ciudad.com/fotos/21995-zamora-viriato.jpg

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